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Patología vascular

  • La neurocirugía vascular es el campo de la neurocirugía dedicado al conocimiento y tratamiento de las enfermedades vasculares del sistema nervioso central.

    La enfermedad cerebro vascular (ECV) es una patología que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Es la tercera causa de muerte en países industrializados tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Es también la segunda causa de muerte en el grupo mayor de 65 años y es la primera causa de invalidez en el mundo.

     

    Vascular
  • Puede manifestarse de diferentes maneras: hemorragia subaracnoidea, aneurisma no roto, malformacion arteriovenosa, angioma venosa, fistula dural, cavernoma, fistula carotido cavernosa, hemorragia cerebral, ictus hemorrágico...

    El tratamiento de la patología vascular puede llevarse a cabo mediante diferentes tecnicas o la combinacion de las mismas:

    • Embolización: se introduce un catéter, a través de una arteria hasta llegar a la lesión. Posteriormente, se inyectan partículas plásticas o espirales metálicos en su interior con el fin de sellar el vaso sanguíneo anormal.
    • Cirugía abierta: consiste en la realizar   una craneotomía y extirpar o colocar un clip vascular para excluir el vaso alterado de la circulación normal.
    • Radiocirugía: consiste en administrar una dosis muy alta y concentrada de radiación a una lesión en el interior del cráneo con una precisión extraordinaria.
  • La rotura de un aneurisma cerebral es responsable hasta del 80% de todas las HSA no relacionadas con un traumatismo craneoencefálico.  La incidencia de HSA aneurismática es de 9 casos/100.000 habitantes/año. Afecta a pacientes más jóvenes que el hematoma intracerebral hipertensivo, con una mediana de edad de 50-60 años y la incidencia es mayor en mujeres. A pesar de las mejoras en el tratamiento, la rotura de un aneurisma todavía se asocia a altas tasas de letalidad (33%) y de discapacidad grave (20%).

     

    HSA
  • El síntoma más frecuente es la cefalea de inicio brusco, descrita por el paciente como «el peor dolor de cabeza de su vida». En ocasiones se desencadena tras un esfuerzo físico o una maniobra de Valsalva (defecar, tos, relaciones sexuales). Puede asociar vómitos y dolor cervical e incluso lumbar. Hasta una cuarta parte de los pacientes experimentan pérdida de consciencia, transitoria o no, que se relaciona con el incremento inicial de la presión intracraneal.

    El 30-60% de los pacientes diagnosticados de HSA aneurismática describen una «cefalea centinela», es decir, un episodio de cefalea de las mismas características que precede al episodio en horas o días, con resolución parcial o total, que se relaciona con microrroturas del aneurisma.

    La aparición de síntomas focales (debilidad extremidades, alteración del lenguaje) es más infrecuente que en los pacientes con hematoma intracerebral, aunque pueden presentar alteraciones en la movilidad ocular por la presión del aneurisma o coágulos gruesos de sangre sobre los pares craneales.

    Manejo y tratamiento de la HSA en nuestro servicio

    Para diagnosticar una hemorragia subaracnoidea, se realizará una tomografía computerizada (TC) de cráneo para confirmar la presencia de HSA. Además, la cantidad de HSA detectada en el TC craneal se relaciona con el pronóstico de los pacientes y el riesgo de desarrollar complicaciones. Si se confirma la presencia de HSA, se debe completar estudio para determinar la localización del aneurisma mediante un angioTC y/o arteriografía cerebral. En ausencia de HSA, pero ante una clínica muy sugerente se debe descartar la presencia de HSA mediante la realización de una punción lumbar.

    Todos los pacientes con HSA aneurismática deben ser manejados en unidades de cuidados críticos en hospitales con disponibilidad de neuroradiologia intervencionista y neurocirugía. El tipo de tratamiento definitivo del aneurisma depende de varios factores y debe decidirse de forma multidisciplinar:

    La cirugía consiste en realizar una incisión desde la frente hasta el pabellón auricular, apertura del cráneo y envolturas del cerebro. Se accede al aneurisma por el espacio subaracnoideo sin generar daños en el cerebro. Se coloca un clip metálico en el aneurisma para lograr su cierre. Los factores a favor de la intervención quirúrgica (clipaje) son la edad, presencia de hematoma intracerebral junto a la HSA y factores específicos del aneurisma (localización en arteria cerebral media, relación cuello-cúpula). En los casos de HSA en pacientes con gravedad clínica, el neurocirujano evidencia importante edema cerebral durante el procedimiento teniendo que tomar la decisión de no colocar la parte del cráneo que ha retirado para realizar la cirugía. Ese hueso se conservará en un banco de tejidos hasta que la inflación del cerebro disminuya y la situación clínica del paciente mejore como para poder volver a implantar el hueso (craneoplastia).

    Factores a favor de la intervención intravascular (embolización) son edad avanzada y factores específicos del aneurisma (localización sistema vertebrobasilar, cuello estrecho). La embolización consiste en subir un catéter (tubo fino) desde la arteria femoral de la ingle hasta las arterias del cerebro. El aneurisma se rellena de coils (espirales de metal) para que disminuya el flujo sanguíneo dentro del aneurisma y se trombose.

    El paciente debe tener el aneurisma cerrado en un margen de tiempo aproximado de 48-72h tras el inicio de los síntomas, con los mejores medios disponibles (enfermería capacitada, neurocirujanos especialistas en patología vascular, neuroradiólogos, neurofisiología). Así será posible la prevención y un mejor tratamiento de varias de las posibles complicaciones graves que acontecen en las primeras dos semanas tras la rotura del aneurisma:

    • Nuevo sangrado: Un aneurisma que se rompió tiene el riesgo de volver a sangrar. El nuevo sangrado suele causar un daño neurológico adicional y es una situación clínica de extrema gravedad.
    • Vasoespasmo: Después de que se rompe un aneurisma, los vasos sanguíneos del cerebro pueden estrecharse por el efecto de varios mecanismos que se desencadenan tras la HSA. Este trastorno puede limitar el flujo sanguíneo y causar más daño reversible o no. Para ello, se inicia una medicación (nimodipino) desde el diagnóstico de la HSA que previene la aparición del vasoespasmo. Si a pesar de ello el vasoespasmo ocurre, será necesario su tratamiento mediante la subida de la presión arterial y, a veces, inyectar sustancias que dilatan las arterias a nivel local mediante una arteriografía cerebral.
    • Hidrocefalia: la sangre puede bloquear la circulación del líquido cefalorraquídeo y su reabsorción. Frecuentemente, los pacientes con HSA aneurismática requieren la implantación de un drenaje ventricular externo (DVE). El DVE es un dispositivo temporal que pone en comunicación el sistema ventricular del paciente con una bolsa colectora para evacuar el líquido cefalorraquídeo que el paciente no es capaz de reabsorber hasta que la mayor parte de la hemorragia intraventricular y HSA se resuelva. Algunos pacientes pueden requerir la colocación de un sistema definitivo (derivación ventriculoperitoneal) si persiste la incapacidad para absorber el líquido cefalorraquídeo tras la resolución de la hemorragia.
    • Hiponatremia: Una hemorragia subaracnoidea debido a la rotura de un aneurisma cerebral puede afectar el equilibrio de sodio en la sangre. Esto puede ocurrir por el daño en el hipotálamo e incluso el fallecimiento del paciente.

    No sólo formamos parte del tratamiento agudo del paciente con hematoma intracerebral o HSA sino que dirigimos el resto de su asistencia en la fase subaguda mediante la evaluación de la situación neurológica y psicológica del paciente (neuropsicóloga clínica) para determinar el mejor tratamiento rehabilitador disponible para cada enfermo.

    Además, nuestro servicio ha formado parte de importantes ensayos clínicos desarrollados sobre esta enfermedad y es una de los principales líneas de investigación del servicio (FIS 2018).

  • Un aneurisma cerebral es una debilidad en forma de “burbuja” en la pared de una arteria del cerebro, con frecuencia cerca de las bifurcaciones de las arterias en varias ramas.

    El peligro principal de tener un aneurisma cerebral es que se produzca la rotura de su cúpula con salida de sangre a elevada presión al espacio subaracnoideo (hemorragia subaracnoidea, HSA). En otras ocasiones, el aneurisma genera síntomas por presentar un tamaño grande o por su trombosis, comprimiendo estructuras nerviosas vecinas como el nervio óptico o los nervios que mueve los ojos.

     

    Aneurisma
  • Hay una serie de factores que pueden contribuir a debilitar una pared arterial y a aumentar el riesgo de sufrir un aneurisma cerebral o la rotura de un aneurisma. Los aneurismas cerebrales son más frecuentes en los adultos que en los niños, y más frecuentes en las mujeres que en los hombres. Algunos de estos factores de riesgo ejercen su efecto a lo largo de la vida adulta (hipertensión, tabaquismo, consumo de drogas como la cocaína, alcohol) mientras que otros están presentes en el nacimiento (enfermedad de Ehlers-Danlos, enfermedad renal poliquística, estenosis aortica, antecedente familiar de hemorragia subaracnoidea). Algunos tipos de aneurismas pueden presentarse después de un traumatismo en la cabeza (aneurisma disecante) o a partir de ciertas infecciones de la sangre (aneurisma micótico).

    Sin embargo, la mayoría de los aneurismas cerebrales no se rompen y no causan síntomas. A menudo, los aneurismas se detectan durante pruebas que se realizan para otras molestias (cefalea, vértigo, etc).

    Manejo y tratamiento de los aneurismas no rotos en nuestro servicio

    En el caso de que usted sea diagnosticado de un aneurisma cerebral roto, es necesario que sea valorado por un neurocirujano con experiencia en patología vascular que debe balancear el riesgo que presenta sufrir una hemorragia por rotura del aneurisma frente a los riesgos del tratamiento del aneurisma. Entre los factores más importantes que tendremos que en cuenta están factores propios del paciente o específicos del aneurisma

    • Factores propios del paciente: la edad, raza, padecer de hipertensión, enfermedad renal poliquística, consumo cocaína o patológico de alcohol, tabaquismo, haber padecido hemorragia subaracnoidea por la rotura de otro aneurisma cerebral, familiares con hemorragia subaracnoidea confirmada.
    • Factores específicos del aneurisma: el tamaño y forma del aneurisma, localización del aneurisma.

    La cirugía depende de la localización del aneurisma, pero consiste generalmente en realizar una incisión en la piel desde la frente hasta el pabellón auricular, apertura del cráneo y envolturas del cerebro. Se accede al aneurisma por el espacio subaracnoideo sin generar daños en el cerebro. Se coloca un clip metálico en el aneurisma para lograr su cierre. Durante el procedimiento usted estará monitorizado neurofisiológicamente para comprobar que no se producen alteraciones en la función cerebral durante el procedimiento. Además, el cirujano comprobara con fluorescencia y Doppler el adecuado cierre del aneurisma y normalidad del flujo sanguíneo en las arterias cerebrales vecinas al aneurisma.

    El tratamiento endovascular puede consistir en la embolización con coils o la colocación de algún tipo de stent. La embolización consiste en subir un catéter (tubo fino) desde la arteria femoral de la ingle hasta las arterias del cerebro. El aneurisma se rellena de coils (espirales de metal) para que disminuya el flujo sanguíneo dentro del aneurisma y se trombose. El stent consiste en un tubo que se integra en la pared de la arteria y conduce la sangre a su través sin permitir el relleno del aneurisma. En el caso de que necesite colocarse un stent o un diversor de flujo (Flow diverter) necesitar tomar medicación antiagregante durante los meses previos a la implantación del dispositivo y posteriormente según los resultados de las pruebas de control.

  • Malformación

    Una malformación arteriovenosa cerebral es una maraña de vasos sanguíneos anormales que, a diferencia del cavernoma, se conectan con las arterias y las venas en el cerebro.

    No se conoce bien su causa, algunas personas nace con ellas, pero en ocasiones se pueden formar más adelante en la vida. No suelen ser genéticamente hereditarias.

  • Es posible que una malformación arteriovenosa cerebral no produzca signos o síntomas hasta que se rompa y genere sangrado en el cerebro (hematoma intracerebral o subdural). En aproximadamente la mitad de todas las malformaciones arteriovenosas cerebrales, la hemorragia es el primer signo. El riesgo de sangrado de una malformación arteriovenosa cerebral varía alrededor de un 2 % cada año de vida. Algunas personas con malformación arteriovenosa cerebral pueden presentar signos y síntomas distintos del sangrado como crisis epilépticas o síntomas por “robo” del flujo sanguíneo desde áreas sanas del cerebro a la malformación.

    Los síntomas y el riesgo de rotura de algunas mujeres embarazadas pueden empeorar debido a los cambios en el volumen de la sangre y la presión arterial durante el embarazo y parto vaginal.

    Manejo y tratamiento de las malformaciones arteriovenosas en nuestro servicio

    Algunas pruebas utilizadas para diagnosticar la malformación arteriovenosa cerebral son la resonancia magnética y la arteriografía cerebral que revela la ubicación y las características de las arterias nutricias y las venas de drenaje, lo cual es fundamental para planificar el tratamiento

    Existen varias opciones de tratamiento disponibles en nuestro centro para el tratamiento de una malformación arteriovenosa cerebral. En una reunión multidisciplinar entre neurocirujanos vasculares, neurocirujanos expertos en radiocirugía y radiólogos intervencionistas se decidirá si la malformación arteriovenosa tiene un riesgo elevado de producir una hemorragia al paciente y cuál es el tipo de tratamiento más idóneo para cada caso.

    Según la edad, diagnóstico por episodio de hemorragia cerebral, tamaño y ubicación de la malformación arteriovenosa las opciones de tratamiento son:

    • Cirugía: consiste en extirpar la malformación. Para ello, el neurocirujano con experiencia y ayuda de un microscopio va rodeando y coagulando la malformación. Es el único tipo de tratamiento que ofrece anular el riesgo de sangrado para el paciente si se logra la extirpación completa mientras que los otros tratamientos tienen riesgo de recidiva con el tiempo y pueden requerir varios años hasta el cierre de la malformación. Sin embargo, para las malformaciones arteriovenosas profundas, de localización en áreas imprescindibles para funciones cerebrales importantes o malformaciones de gran tamaño, la cirugía asocia importantes riesgos de complicaciones.
    • Radiocirugía: consiste en dirigir muchos haces de radiación altamente concentrados a la malformación arteriovenosa para dañar los vasos sanguíneos y generar su cierre. Este efecto se consigue entre 1-3 años después del tratamiento. Este tratamiento es más adecuado para las malformaciones pequeñas difíciles de extirpar con cirugía convencional y para las que no han causado una hemorragia previamente.
    • Embolización: consiste en realizar una arteriografía en la que a través del catéter se inyecta un agente de embolización, una sustancia parecida a un pegamento, para bloquear la arteria que nutre la malformación arteriovenosa. Se puede realizar sola, pero tiene riesgo de que la malformación se vuelva a recanalizar (abrir), pero con frecuencia se usa antes de la cirugía para que el procedimiento sea más seguro, ya que reduce la probabilidad de sangrado durante la cirugía.
  • Es un tipo de malformación vascular con aspecto de “mora”. Pueden ser único o múltiples, aislados o familiares y pueden encontrarse en el cerebro, tronco del encéfalo y en la médula espinal. Algunas personas pueden identificar a familiares afectados de una forma similar; la mayoría de las veces, con varios cavernomas. El diagnóstico de la forma hereditaria se puede confirmar con análisis genéticos.

    Algunas malformaciones cavernosas cerebrales también se pueden presentar después de la radioterapia cerebral.

  • El riesgo de sangrado por cavernoma es mucho menor que por un aneurisma, malformación arteriovenosa o fistula dural arteriovenosa. La mayor parte de los pacientes son diagnosticados de forma incidental (prueba de imagen solicitadas por otros motivos) y durante el seguimiento no desarrollan hematomas importantes. Sí puede ser habitual que en las pruebas de imagen durante el seguimiento se evidencien micro- sangrados alrededor del cavernoma sin repercusión en el paciente. Los pacientes con cavernomas en el tronco del encéfalo tienen mas riesgo de tener hemorragias de repetición.

    Cuando un cavernoma ocasiona un hematoma importante el paciente puede presentar crisis convulsiva u otros síntomas focales dependiendo de la localización del cavernoma, como cualquier hematoma cerebral. 

    Manejo y tratamiento de los cavernomas en nuestro servicio

    En el caso de que usted sea diagnosticado de un cavernoma no roto, es necesario que sea valorado por un neurocirujano con experiencia en patología vascular que debe balancear el riesgo que presenta de sufrir una hemorragia por rotura del cavernoma frente a los riesgos del tratamiento de este. En la mayor parte de los casos, será indicado un manejo mediante observación clínica y radiológica mediante resonancia magnética. En el caso de que sea necesaria su intervención, el servicio de Neurocirugía del Hospital 12 de Octubre dispone de herramientas importantes para su mejor evolución: cirujanos con experiencia, microscopio, integración neuronavegación el microscopio, neurofisiología intraoperatoria.

  • Las fístulas arteriovenosas durales son conexiones anormales entre una arteria y una vena contenida en la envoltura del cerebro o médula espinal (duramadre). Se consideran anomalías adquiridas a lo largo de la vida. Los pacientes pueden estar asintomáticos o presentar síntomas de mayor o menor importancia como tinnitus, dolor de cabeza, crisis epilépticas, deterioro cognitivo, afectación de la motilidad ocular, disminución agudeza visual, debilidad de extremidades, alteración esfínteres, etc. Las fístulas arteriovenosas durales también pueden ser causa de ictus hemorrágico.

  • Manejo y tratamiento de las fístulas arteriovenosas durales en nuestro servicio

    Algunas pruebas utilizadas para diagnosticar la malformación arteriovenosa cerebral son la tomografía craneal (detecta venas dilatadas o la presencia de hematoma intracerebral), la resonancia magnética (identifica hemorragias y es capaz de identificar la ubicación de la conexión anómala arterio-venosa) y la arteriografía cerebral que es fundamental para planificar el tratamiento. No todos los tipos de fístula arteriovenosas durales van a precisar de tratamiento. En una reunión multidisciplinar entre neurocirujanos vasculares y radiólogos intervencionistas se decidirá si la fístula arteriovenosa tiene un riesgo elevado de producir una hemorragia al paciente o síntomas por congestión venosa y cuál es el tipo de tratamiento más idóneo para cada caso:

    • Cirugía:  consiste en interrumpir la conexión anómala entre la arteria y la vena. Es el tratamiento ideal cuando existe una o pocas conexiones anómalas y si el diagnóstico ha sido por una hemorragia cerebral
    • Tratamiento endovascular: El radiólogo inserta el catéter en el vaso sanguíneo que conduce a la fístula arteriovenosa y libera espirales o una sustancia similar a un pegamento para bloquear la conexión anormal en los vasos sanguíneo o rellenar el seno venoso que se relaciona con la fístula.